¿Qué podemos ahorrar con los productos reciclables?
El papel
Reciclar 100 kilogramos de papel salva la vida de 7 árboles.
Reciclar una tonelada de papel permite ahorrar 20,000 litros de agua.
Reciclar todo el papel que se produce en México durante un año equivale a ahorrar 33% de la energía que se necesita para renovarlo.
El vidrio
Reciclar el vidrio permite el ahorro de 32% de la energía que se requiere para hacerlo nuevo.
Latas de acero y aluminio
Veintidós millones de latas de acero se consumen diariamente en México.
Producir acero nuevo cuesta cuatro veces más que reciclarlo.
Reciclar el aluminio representa un ahorro de 91% de la energía que se requiere para renovarlo.
Reciclar el aluminio evita las altas emanaciones de gases a la atmósfera y con ello se reduce la contaminación del aire.
Cómo aprovechar la basura y ahorrar energía
Trate de utilizar productos que sean reciclables y separe la basura en 4 botes de la siguiente manera:
el papel (incluyendo el periódico)
latas de aluminio (botes de jugos, refrescos)
vidrio (botellas, objetos rotos)
basura orgánica (cáscaras de fruta, cascarones de huevo, restos de comida).
Con lo anterior no sólo ahorrará energía, también obtendrá ingresos adicionales por la venta de algunos de estos materiales.
Le recomendamos, además, que no queme basura a cielo abierto, ya que contamina el aire.
El problema de la conservación de la energía, lo mismo que sus consecuencias sobre la economía familiar y social y la protección ambiental hacen que ningún esfuerzo que se realice para resolverlo deba juzgarse como intranscendente o que algún sector de consumidores se considere menos significativo como para permanecer al margen de este estímulo.
Mantener el calentador de gas encendido todo el día, utilizar un automóvil en viajes cortos para los cuales el empleo del vehículo es innecesario, pagar por productos cuya fabricación supone un alto consumo de energía y se convierten rápidamente en basura, son ejemplos cuya trascendencia radica no sólo en que afectan el consumo global de la energía, sino que además descubren hábitos de conducta de las personas cuya transformación está en manos de las personas mismas.
El propósito de las acciones en favor del ahorro y uso eficiente de la energía no significa reducir el nivel de bienestar o el grado de satisfacción de nuestras necesidades cotidianas, sino invitar a la reflexión y al cambio de los hábitos al igual que al de las actitudes que conduzcan a una mayor eficiencia en el uso de la energía, al empleo racional de los recursos energéticos, a la protección de la economía de nuestras familias y la preservación del entorno natural del hombre.